Hemos salido a la calle para preguntar a 50 estudiantes universitarios cómo han visto a lo largo de su vida las diferentes etapas escolares por las que han pasado.
Como hemos podido comprobar, el
“desencanto” con la educación va en aumento conforme pasan los años. Durante la
etapa más infantil, aprendemos las cosas básicas y por ello tanto la
satisfacción como el aprendizaje prevalecen las notas más altas puestas por los
encuestados. Pero cuando llegamos a la facultad, las cosas cambian y las calificaciones
se ajustan. En la adolescencia, nos mostramos más críticos al poder analizar todo
lo que vamos realizando cada año., mientras que en la niñez lo obviamos.
Por lo general, los encuestados
están contentos con su educación pero remarcan que se puede mejorar. En
secundario o bachillerato no se muestra bien a los alumnos como prepararse para
la vida universitaria y una vez en ella, tampoco hay una gran preparación de
cara al mundo laboral.
En la universidad se señala son
las materias enseñadas como culpables de esta decepción. Algunas no están
enfocadas a un trabajo y otras dependen del docente. Planes de estudios
incorrectos, falta de práctica y de contacto con la realidad… da igual ser de
ciencias o de letras, los problemas son para todos.
Además vemos que la media de
satisfacción y el aprendizaje coinciden en un recorrido descendente, conforme
pasan los años y aumenta la exigencia, menor es la nota media de ambas
cuestiones (de más de un 8 a estar por debajo del 7).
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